Le preguntamos a Guillermo Fork, Director de Involucra, por qué decidió crear esta revista Involucrarse Transforma. Comenzó con una historia:
«No sé si lanzarlo. Me genera duda. No me gustaría hacer el esfuerzo, exponerme y que luego nadie participe.» Eso le dijo una gerente de RRHH hace unos meses. Quería arrancar con voluntariado en su empresa. Había presupuesto. Había ganas de gerencia. Pero algo la frenaba. Guillermo le preguntó: «¿Qué quiere tu equipo?» Silencio. «¿Y la organización social? ¿Sabés qué necesitan realmente?» Más silencio. «Ahí está el problema», explica Fork.
La mayoría de las empresas diseñan programas de voluntariado pensando solo en sus propias necesidades:
Alinearse con ESG.
Mejorar cultura interna.
Cumplir con reportes de RSE.
Pero se olvidan de algo fundamental: El voluntariado involucra a tres actores, no uno.
Y cuando esos tres no están contemplados desde el inicio, el programa se siente forzado. La gente se suma por obligación, no por convicción. La comunidad no nota diferencia real. Y el programa muere después de la primera jornada.
Por eso existe esto. Porque creemos que el voluntariado de empresas puede ser mucho más que una actividad de RSE. Puede ser el espacio donde un equipo se conoce de verdad. Donde la empresa conecta con su comunidad. Donde las organizaciones sociales reciben apoyo sostenible. Pero solo si se diseña bien. Solo si se piensa en los tres desde el inicio. Solo si se encuentra el punto donde todos ganan.
¿Por qué Involucrarse Transforma?
El nombre viene de Involucrarse, nuestra línea de trabajo con empresas. Pero se convirtió en algo más grande.
Porque después de años diseñando jornadas de voluntariado, notamos algo: estas acciones no eran «actividades puntuales». Estaban generando transformación real. En las personas que participaban. En los equipos que colaboraban de formas nuevas. En las comunidades que recibían apoyo sostenible.
Vimos colaboradores llegar diciendo «tengo que estar acá» y salir diciendo «cuándo volvemos». Vimos equipos completos descubrir que podían trabajar juntos de maneras que nunca lograban en la oficina. Vimos «actividades de RSE» convertirse en programas anuales porque el equipo lo pedía.
Involucrarse no era solo participar. Era despertar algo. Despertar lo mejor de cada uno. Despertar la colaboración genuina. Despertar la conciencia de que podemos aportar algo real.
Por eso Involucrarse Transforma.
Cuando alguien se involucra de verdad, algo cambia. Y esa transformación es lo que queremos visibilizar en esta revista.
Involucrarse Transforma es una revista digital sobre voluntariado corporativo en Uruguay.
No es un catálogo de lo que hacemos.
Es un espacio para compartir lo que funciona, lo que no, y cómo diseñar programas que realmente transformen. Con casos reales. Con nombres y caras. Con herramientas que podés aplicar.
Primera edición: saldrá el miércoles 26/11.
La revista será digital y llegará directo al mail de quienes estén realmente interesados en voluntariado de empresas.
Pero no es solo para leer. Es para participar.
Queremos que las empresas que están generando impacto cuenten sus historias. Que los gerentes que están diseñando programas compartan sus aprendizajes. Que esta sea una comunidad, no una audiencia.
Si gestionás equipos o programas de voluntariado, esto es para vos.
Imaginemos esto: tenés una herramienta social innovadora, algo que, según tu análisis, puede mejorar la calidad de vida de muchas personas. Estás convencido de su potencial. Pero cuando intentás implementarla, la respuesta de la comunidad es tibia o inexistente. ¿Qué pasó?
Muchas organizaciones enfrentan este problema porque diseñan proyectos desde su perspectiva, sin asegurarse de que realmente responden a las prioridades de la comunidad. Acá es donde aparece el sesgo del martillo.
¿Qué es el sesgo del martillo y cómo evitarlo?
El dicho popular dice: «Si lo único que tenés es un martillo, todo te va a parecer un clavo». Este sesgo nos hace creer que nuestra solución es universal y aplicable a cualquier contexto, cuando en realidad no todos los problemas son «clavos» para nuestro «martillo».
Esto no significa que tengamos que dejar de usar nuestra herramienta o que debamos transformarnos en otra cosa para ser útiles. El desafío no es cambiar de herramienta, sino encontrar los clavos adecuados: aquellas poblaciones que realmente valoren nuestra propuesta, la vean viable y no corran riesgos al participar.
Si nuestro proyecto no encaja con una comunidad, la solución no es forzarlo, sino buscar la población adecuada.
Las dos formas de acercarte a los problemas sociales
Existen dos caminos para abordar una problemática social:
🙎♀️🙎 A través de la población
Primero identificás una comunidad con una necesidad específica. Luego estudiás qué herramientas pueden ayudarla a resolver su problema. Buscás la manera de conseguirlas y adaptarlas.
🔧 A través de la herramienta
Ya tenés una metodología, programa o solución desarrollada. Tu tarea no es elegir una población al azar, sino buscar y encontrar quién realmente necesita y puede aprovechar esa herramienta. Si ya diseñaste un proyecto, la población no se elige, se encuentra. Y para eso, hay cuatro pasos fundamentales.
Los 4 pasos para garantizar impacto real
1️⃣ Definir la población y conocerla a fondo
No alcanza con identificar un problema y diseñar una solución. Primero, es fundamental comprender a la población a la que queremos ayudar en su totalidad:
¿Cómo es su día a día?
¿Cuáles son sus principales desafíos?
¿Qué valoran?
¿Tienen experiencias previas con iniciativas similares?
Solo después de entender a la comunidad desde su propia realidad, podemos evaluar si la herramienta que diseñamos realmente les resulta útil y relevante.
2️⃣ Validar que estamos atacando un problema prioritario
No todos los problemas tienen la misma importancia para todas las personas. Quizás nuestra solución apunta a mejorar un aspecto de su vida, pero hay otras dificultades más urgentes para ellos. Y vuelvo a repetir, «para ellos», porque la percepción del otro es lo que importa.
Por ejemplo, si diseñamos un programa de educación financiera para una comunidad en situación de vulnerabilidad, pero su mayor preocupación es el acceso a la alimentación diaria, es probable que nuestra iniciativa no genere el impacto esperado.
Antes de avanzar, hay que asegurarnos de que el problema que queremos resolver realmente es una prioridad para la comunidad y que nuestro proyecto les resulta relevante. En el mejor de los casos, la comunidad debería poder vendernos la idea a nosotros.
3️⃣ Evaluar el alcance real de nuestra solución
Es clave preguntarnos:
¿Nuestra herramienta resuelve el problema por completo o solo una parte?
¿Es necesario que haya otros actores involucrados para lograr un cambio real?
¿Existen factores externos que puedan limitar el impacto de nuestra solución?
Si nuestra iniciativa solo aborda una parte del problema, es importante reconocerlo y pensar en alianzas estratégicas con otras organizaciones o actores que puedan complementar el trabajo.
4️⃣ Conseguir el pedido genuino de la comunidad
Un proyecto no es exitoso solo porque creemos en él, sino porque las personas que van a beneficiarse también creen en él.
Para garantizar que nuestra iniciativa tenga impacto, debemos asegurarnos de que la comunidad realmente la necesita y la quiere. Esto significa:
Involucrarlos en el diseño del proyecto
Escuchar sus opiniones y preocupaciones
Ajustar la propuesta en función de su feedback
Si no logramos un pedido genuino de la comunidad, corremos el riesgo de forzar una solución que no será utilizada o valorada.
Evitemos perder tiempo en proyectos sin impacto
Muchos proyectos sociales fracasan porque no se detuvieron a validar estos pasos. Se enfocaron en la solución sin asegurarse de que realmente había una demanda. Y en el mundo del impacto social, esto es un lujo que no podemos permitirnos.
Si ya tenés un proyecto o herramienta lista para usar, no intentes encajarla a la fuerza en cualquier comunidad. Buscá a quienes realmente la necesitan y asegurate de que resuelve un problema que les importa. Ahorrarás tiempo, recursos y, lo más importante, garantizarás que tu esfuerzo genere un cambio real en quienes más lo necesitan.
💬 ¿Te ha pasado de trabajar en un proyecto que luego no tuvo el impacto esperado? Contanos en los comentarios y conversemos sobre cómo mejorar nuestras iniciativas sociales.
Escrito por: Guillermo Fork
Nota: Después de evaluar diversos proyectos sociales y dialogar con numerosos colegas, puedo afirmar que este enfoque siempre es relevante. Analizar nuestros proyectos desde esta perspectiva solo puede aumentar nuestro entusiasmo y energía para lograr un impacto positivo en la sociedad.
El voluntariado corporativo se ha expandido en las últimas décadas, pasando de ser una actividad periférica a constituirse en una pieza clave de la estrategia de responsabilidad social de muchas compañías. Si bien públicamente se lo asocia a acciones filantrópicas y de relacionamiento comunitario, diversas investigaciones señalan que también genera importantes beneficios internos para las empresas, especialmente en la gestión de recursos humanos.
Un riguroso estudio publicado recientemente por Oscar Licandro, Stefanía Yapor y Patricia Correa en la Revista Venezolana de Gerencia (Licandro, O., Yapor, S. & Correa, P., 2021) analizó en profundidad los beneficios del voluntariado corporativo (VC) vinculados a este área.
Mediante una exhaustiva revisión de la literatura científica entre 2001 y 2020, los autores identificaron la existencia de diversos beneficios asociados al VC en tres grandes categorías:
Desarrollo de habilidades en los empleados: incluye competencias blandas como trabajo en equipo, liderazgo, comunicación, relaciones interpersonales y también valores y comportamientos como la solidaridad y la ciudadanía organizacional.
Fortalecimiento del vínculo de los empleados con la empresa: se expresa en mayor compromiso, lealtad, identificación, sentido de pertenencia y motivación laboral de los empleados.
Creación de condiciones que mejoran el desempeño: por ejemplo, la mejora del clima organizacional, la integración entre áreas y la retención de talentos.
Luego, a través de una encuesta a 34 empresas uruguayas de distinto tamaño y sector, que implementan VC de forma sistemática, pusieron a prueba la efectiva ocurrencia de estos beneficios según la opinión de los responsables de gestionar esta actividad en cada compañía.
Los resultados validaron que los tres grupos de beneficios se producen en la práctica, en diferente medida según cada caso. Por ejemplo, el desarrollo de capacidad de trabajo en equipo y la mejora del clima laboral fueron altamente mencionados. En cambio, la retención de talentos se manifestó en menor proporción.
Otro hallazgo relevante es que la generación de beneficios no estaría determinada por características estructurales de las empresas como su tamaño, sector o tipo de capital. Más bien se relacionaría con aspectos como la institucionalización de políticas de VC, la asignación de recursos para su gestión y la participación de los empleados voluntarios.
En síntesis, el estudio aporta evidencia sobre el alto potencial del voluntariado corporativo para impactar positivamente en múltiples aspectos de la gestión de recursos humanos, constituyéndose en una pieza clave de la estrategia organizacional, y no una simple acción aislada de marketing o filantropía.
Los autores concluyen que se requiere mayor investigación con muestras más amplias y en diversos países, que incorpore indicadores de resultados objetivos. Asimismo, destacan la relevancia de que más organizaciones adopten y potencien el VC de forma estratégica, apuntando a beneficios integrados para empleados, empresa y sociedad.
Si esta temática te interesa y deseas profundizar en las oportunidades del voluntariado corporativo, te invitamos a explorar involucrate.uy. Juntos podemos impulsar el desarrollo de esta práctica virtuosa de alto impacto.
Referencia: Licandro, O., Yapor, S. & Correa, P. (2021). Beneficios del Voluntariado Corporativo para la gestión de los Recursos Humanos. Revista Venezolana de Gerencia, 26(93), 227-244.
En esta oportunidad nos involucramos con Graciela Reiris, integrante de APRI hace más de 20 años que se define como una colaboradora de la institución y nos cuenta que siempre trabajó vinculada con la temática discapacidad.
Hasta el año 96 trabajó en el BPS asistiendo a personas en situación de discapacidad en las tareas que le tocaba realizar. Tras dejar su trabajo ese mismo año, sintió que aún quería seguir relacionándose con esta población. Así fue que, comentándolo con su ex gerente y amigo de muchos años, conoció APRI. Le comentó que allí podría asistir puntualmente en un proyecto, donde terminó trabajando por tres meses. Al finalizar el proyecto, la comisión directiva la invitó a quedarse.
“Caí invitada para trabajar un ratito y nunca más me fui”Graciela Reiris
Tratando con una población extremadamente vulnerable, de la zona periférica de la ciudad, no son pocos los desafíos con los que Graciela y otros miembros del equipo, se enfrentan día a día en APRI. La problemática es compleja y la escasa infraestructura en el país no ayuda al desarrollo e inserción de las personas con discapacidad en los diferentes ámbitos de acción.
APRI es una organización que opera en Uruguay hace 66 años. Década tras década ha sido testigo de los cambios que la persona con discapacidad, y la sociedad, han experimentado en relación a esta problemática a nivel tecnológico, social y personal.
Vocación
Son muchos los momentos fuera del horario laboral en que Graciela sigue reflexionando sobre todo los desafíos que se le presentan cada día con las personas que llegan al centro, pero sabe que trabajar en APRI ha sido para ella un esfuerzo que genera frutos a otro nivel:
“Lo hago desde lo más profundo de mi corazón … es que si no lo haces con amor, con respeto y porque te gusta, no es un trabajo que cerras el cajón y te vas para tu casa el viernes y volvés el lunes…”
¿Y nuestros derechos?
Actores como APRI han sido fundamentales en generar un espacio donde se posibilita a estas personas adquirir herramientas para insertarse en la sociedad a nivel laboral, social y deportivo, entendiendo que tener una discapacidad no debería ser un impedimento para el ejercicio de nuestros derechos como ciudadanos/as, derechos como trabajar, estudiar, hacer deporte, movilizarnos por la ciudad para pasear, realizar un trámite o hacer las compras.
Es así que con mucho esfuerzo y convicción, golpeando puertas, generando ideas, recibiendo donaciones, impulsando proyectos para generar ingresos, y contando con el apoyo de personas que han brindado su tiempo y conocimiento durante todos estos años, la institución ha mantenido sus puertas abiertas.
Nos une el deporte
Es evidente que el deporte es una de las actividades emblemáticas de APRI y los muchos trofeos que adornan la oficina donde amablemente nos recibieron, son prueba de lo anterior. Entre ellos se encuentra la esgrima, bochas, tenis y básquetbol en silla de ruedas.
Para las prácticas la institución cuenta con un gimnasio que es sin lugar a dudas, motivo de orgullo para la familia de APRI y cuyo piso fue reformado gracias al apoyo del BPS y la “brigada solidaria del SUNCA” quien colaboró con el contrapiso de este espacio. Allí, cada sábado, existe el espacio “Escuelita de iniciación deportiva”, que funciona como un club deportivo.
Graciela señala que la práctica es positiva para los asistentes pero la oportunidad de poder competir contra otras personas, es el verdadero premio para los deportistas de la institución.
Un sótano mágico
La casa que alberga a la institución, es la misma casa donde APRI abrió sus puertas por el 1953.
Ésta cuenta con un sótano, que gracias a la colaboración y amor de muchos héroes anónimos, se ha convertido en diferentes salas donde se dictan cursos de cestería, computación, arte, y talleres de armado de bastones, muletas, andadores y reparación de sillas de ruedas, por nombrar algunos.
Como si esto fuera poco, también existen paneles multisensoriales que adornan las paredes que llevan a la sala Snoezelen -concepto desarrollado en los años 70 en Holanda- donde nos adentramos en un espacio completamente blanco donde los peces son voladores, la piscina está llena de pelotas, las luces de colores dibujan líneas en el techo y paredes, y los sonidos e imágenes que allí cobran vida, tienen el fin de apoyar a los terapeutas que trabajan con personas con autismo u algún tipo de deficiencia cognitiva.
Involucrate con APRI
Graciela nos comenta que los voluntarios/as son siempre bienvenidos/as, sin embargo subraya que es sumamente importante que el compromiso se sostenga de marzo (o la fecha que ingrese) a diciembre porque los vínculos que permanecen durante todo el año hablan de respeto hacia las personas y familiares que asisten a la institución.
Los roles que se podrían ocupar serían como asistentes de juego o asistentes personales. También se pueden proponer talleres o cursos.
Ingresá en involucrate.uy en la categoría PERSONAS CON DISCAPACIDAD y encontrá todas las propuestas en la zona del PRADO.